Como seres espirituales debemos manejar muy bien nuestra humildad, sencillez, simplicidad, sinceridad, transparencia e integridad, manteniendo pisado al ego, mermándolo hasta hacerlo ínfimo, para que este no se manifieste de ninguna manera.
El ego tiene diferentes manifestaciones, sin embargo, el ego espiritual es el más sutil de identificar, ya que se disfraza de salvadores; nos produce frustración o soberbia al no poder ayudar; emociones de injusticia cuando vemos a alguien atropellado emocional o físicamente; rebeldía ante Dios, al no gustarnos nuestra misión, dones o especialidades; falta de fe o certeza; deseos de controlar al otro para que sea mejor, (más inteligente, delgado, que baile bien, que estudie…), creyendo que es lo “mejor” para él; competencia con otros profesionales, mostrando con mi superioridad, mi inferioridad; es importante recalcar que todas las manifestaciones del ego, obedecen a dos razones: limitación y separación de Dios.
El ego es dañino para el que lo tiene, como también, para los que están alrededor (que normalmente son las personas amadas), pero más aún lo es el ego espiritual. Cuando el ego está a un porcentaje mayor al 6%, es hiriente, haciendo vibrar bajo al maestro, expulsando a los clientes de sus terapias, contaminando su propia abundancia y atrayendo energías densas a su vida; en vez de atraer una energía gratificante, por el trabajo hermoso que realiza.
El ego siempre considerara más fácil criticar y juzgar al prójimo, que decirnos, “¡quizás yo esté equivocado!” o “¡el otro tiene la razón!”. El ego hará que busque un culpable, que no sea responsable por sus propias decisiones, que crea o que se sienta superior a los demás, como también inferior; que lleve el control de las situaciones o de las personas, que defienda sus propias creencias, mitos o cualquier otra situación que “a su parecer” es lo que debería ser; el ego siempre querrá hacer valer sus derechos.
Cuando tenemos una personalidad egotista, queremos Ser visibles ante los demás, mostrarnos y hacer sentir quienes somos. El ego nos hace irritables, así como, creernos incomprendidos, dañados, maltratados o víctimas; nos hace sentir que los demás son culpables de todo lo que nos pasa.
Otras manifestaciones de ego son: Cuando la persona habla sin parar, se queja, critica a otros, no tiene consideración consigo mismo o con los demás, cuando no comprende o está atascado en ideas o creencias que no lo ayudan a el mismo, ni a los demás, siente rabia o resentimiento, no ha perdonado a otros y por supuesto, tampoco a sí mismo; cuando se quedó pegado al pasado o vive en el futuro, es decir no vive, ya que no goza de su presencia en el aquí y el ahora. También hay ego cuando se siente miedo, se está estresado, entra en pánico, tiene que pagar las cuentas y lo ve como algo terrible, así como en cualquier situación que se le presente, no positiva en su vida; ya que no lo ayudara a vibrar alto y tampoco, podrá encontrar la solución a todo lo que le aqueja.
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Tomado del Libro: Manual del Maestro Espiritual; Escrito y producido por Zolemgeh Estrella
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